Estaba tan cansada que decidí cerrar los ojos y quedarme dormida aunque fuera de pie.Entonces lo escuché por primera vez: toc-toc: hola Ruidito. Desde aquel momento seguir el ruidito se convirtió en deporte de riesgo y , a la vez, en sesión de yoga.Cuando parecía que nos habían silenciado, ¡zas!, iba la vida y nos juntaba en un mismo compás.
Ay Ruidito,
cuántas veces habré bailado feliz al escucharte.
Ruidito aparecía
y mis pies dibujaban la silueta de dos cuerpos
a un paso de baile de distancia;
como la piel y el deseo.
Ay Ruidito,
ojalá pudiera envolver en estas palabras tu sonido
-a modo de reproducción aleatoria-,
en todas sus versiones
para que hasta el sordo
pudiera disfrutarte.
Ruidito desaparecía y mi alma quedaba arrítmico,
como cuerpo triste desfallecido
tras el último bis de la intensidad.
Ay Ruidito,
le sumé razón al corazón
y acabó en valores negativos,
soportando un gravamen plurifásico
que me dejó sorda de un pie.
Maldito afán recaudatorio el de la razón;
cuántos corazones desahuciados ....
¡Ay Ruidito! ... te extraño...
Y Ruidito, en realidad, se llamaba risa
y era la tuya....
No hay comentarios:
Publicar un comentario