viernes, 26 de septiembre de 2014

• Historia de un ruidito.


Estaba tan cansada que decidí cerrar los ojos y quedarme dormida aunque fuera de pie.Entonces lo escuché por primera vez: toc-toc:         hola Ruidito.            Desde aquel momento seguir el ruidito se convirtió en deporte de riesgo y , a la vez, en sesión de yoga.Cuando parecía que nos habían silenciado, ¡zas!, iba la vida y nos juntaba en un mismo compás.

Ay Ruidito, 
cuántas veces habré bailado feliz al escucharte. 
Ruidito aparecía 
y mis pies dibujaban la silueta de dos cuerpos 
a un paso de baile de distancia; 
como la piel y el deseo.

Ay Ruidito, 
ojalá pudiera envolver en estas palabras tu sonido
-a modo de reproducción aleatoria-, 
en todas sus versiones
para que hasta el sordo
pudiera disfrutarte. 
Ruidito desaparecía y mi alma quedaba arrítmico, 
como  cuerpo triste desfallecido
 tras el último bis de la intensidad.

Ay Ruidito, 
le sumé razón al corazón 
y acabó en valores negativos, 
soportando un gravamen plurifásico 
que me dejó sorda de un pie.
Maldito afán recaudatorio el de la razón;
cuántos corazones desahuciados .... 

¡Ay Ruidito! ... te extraño...

Y Ruidito, en realidad, se llamaba risa

                                                           y era la tuya....


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