martes, 15 de enero de 2013

• La chica del chubasquero rojo.

- Bastaba con dejarse llevar.Y tú lo sabías... tú me lo enseñaste.Se trataba de bailar bajo la lluvia, aunque no tuvieses paraguas y llevases los pantalones empapados, los calcetines calados.Eras la niña del chubasquero rojo que me invitaba a pisar charcos al ritmo de un beso. Y ahora ... ¿quién eres ahora? Te empeñas en huir de la lluvia, ¡aunque sea de la manera más estúpida!, haciéndote un paraguas o un chubasquero de papel de periódico ... y al final, ¿sabes qué ocurre al final?, que tu resistencia es un intento fallido y acabas mojada, qué digo mojada, ¡empapada!, calada como la que más. Dime, ¿de qué ha servido?
¿Quién eres ahora? No te conozco.
Se trataba de bailar, no de resistir ... de bailar, disfrutar ... ¡maldita sea!, de 
                   DEJARSE LLEVAR .
-Silencio-.
Algún día, cuando te hayas vaciado de tus miedos absurdos, de todas las inseguridades adquiridas en este último tiempo, sé que volverás a bailar bajo la lluvia.
Volverás a sonreír como hace mucho que no lo haces. Te despojarás de la mirada triste y vestirás un chubasquero del color más divertido que se te ocurra en ese momento.Lo sé.Te conozco bien.Volverás. Porque tú no has nacido para llevar un triste abrigo gris, como cualquier persona del montón.Lo tuyo es sacarle el sol canario al día nublado de Madrid, imaginar un poema en el reflejo de cualquier charco y pensar quién estará llorando ahí arriba para que aquí esté lloviendo con semejante intensidad. Esa eres tú. Esa eras tú.
Aislarse desabriga, porque no te deja sentir el calor del otro. Piénsalo. Vuelve. 
Sé que lo harás.Lo que no tengo tan claro es que vaya a estar ahí para volver a enamorarme de la chica del chubasquero rojo...
-Silencio-.

Le dio un beso en la mejilla y se marchó. 
Empezaba a llover.

Aquella tarde, la otrora chica del chubasquero rojo comprendió que si el paisaje exterior era melancólico y frío, dentro el panorama era mucho más dantesco.La falta de claridad no era consecuencia de nubarrones.Sus sombras habían ganado el combate, su luz yacía en la lona.Descubrió que estaba perdida y que el miedo - y el orgullo-, además de no darte un beso cuando estás triste, no te deja su chaqueta para cubrirte de la lluvia cuando no tienes paraguas (como hacía él) . Llegó a casa empapada. ''Aislarse desabriga'',  y  de pronto sintió escarcha en el corazón.


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